Estudiar duele, incomoda, molesta, se padece. Pero si entendemos que es lo único que nos emancipa y/o libera... empezaríamos a transitar semejante fenómeno universal desde otros sentires, valores y pareceres.
Para que haya aprendizaje tiene que haber cambio. El paso de una creencia a la otra, o de una conducta a la otra. Y si nos duele a medida que avanzamos significa que es buena señal. Lo dijo la Madre María Teresa y también lo sostiene a rajatabla Jorge Larrosa (pedagogo y docente de filosofía) en su punto “pasión” como sinónimo de “sangre”.
Fue él… Larrosa, y no otro, quien se encargó de definir los principios que deben existir para que haya Experiencia. Por ende… no sólo repetición de saberes, sino real Aprendizaje.
“Eso”: Todo lo que viene de afuera, todo lo que no sea mío, y todo a lo que me veo obligado son la primera parte de los principios. “Que me”: Mi historia, mi personalidad, la reflexión (por ejemplo) que hago cada día de mi día y la posibilidad de ser transformado, en consecuencia, son la segunda parte.
Eso (1) que me (2) pasa (3) que me vuelve mejor persona es, entonces…. sepanló, una experiencia Educativa. Y si “Pasa” es porque es un avioncito, o sea un pasaje, el ir desde un lugar vacío o ya sin uso a uno completamente lleno y/o nuevo, repleto de fulgor.
Claro que experiencia, o sea: ex periri, en su etimología significa peligro. La incertidumbre de que no podamos, ni como educadores ni como educandos, aún con el corazón abierto a más no poder, garantizar el efecto de lo que vendrá después.
¿Por qué o para qué insistimos entonces?
Porque tenemos fe en la mujer y en el hombre.
Y eso, hermanos, es lo que a toda hora debería movilizarnos.
🖊️ Agustina Ferrand
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