Era
cosa de no creer. Te amaba tanto que no me temblaba la voz al decirlo, pero sí
me temblaban las piernas cuando te sentía distante.
Te
amaba tanto que se me iban los ojos para arriba y temía enloquecer. Nuevamente.
En la misma ciudad que nos juntaba y nos traía.
No era
algo que yo decidiera, claramente. Eran todas las luces señalando hasta tu
casa. ¿Y entonces yo que podía hacer? Pedirle ayuda a mi madre para salir de
semejante trance.
Para
dejar de lagrimear, cada vez que te extraño. Y para no pasarme de rosca con la
alegría, cada vez que gana nuestro equipo.
Ahora
no vengas, porque no te pido nada.
Sólo
quiero que sepas que aquí yace y se levanta alguien que nunca vuelve a ser la
misma cada vez que pasa por tu río.
🖊️ Agustina Ferrand
No hay comentarios.:
Publicar un comentario