martes, 25 de junio de 2024

canción a la sangre

A veces lo único que necesitás es desahogarte. No consejos, no fórmulas de felicidad, no gratitud por el presente, no clases de yoga ni de danza ¡sólo deseo y más deseo de retorcerte en tu sangre!

¡Si te digo que me caigo no vengas a enseñarme aerodinámica! rezaba un gran poema por ahí.

Sin embargo las personas se levantaban, se lavaban la cara, las manos, los dientes (muchos con agua calentita) y salían por ahí a lustrar su hipocresía.

La de ser un adulto funcional que, en realidad, tuvo que ser un adulto muy rápido y nunca llegó con los cinco para el peso.

Y encima pensar que ya ni el peso vale. Esto pasa, señores. Y yo debo decirlo. Porque me llegan cantos que más que cantos son gemidos. Y se entremezclan con la herida las mujeres de mi patria.

Dígale "PATRIA" a cualquier lugar en el mundo del que nunca haya deseado salir disparando.

¡¿Qué tiempos son estos en los que hay que defender y reformular los conceptos básicos?! 

¿Para que me cuelgo una cruz si yo no soy Jesucristo?

¡¿Y por dónde tanta sangre, tanta sangre, tanto río?!

Dolían infinitamente las cuerdas vocales de esa madre. Y sin embargo se acostaba para hacer dormir a sus hijos. Y ella no dormía. Claro está que no dormía. Y todo era un llanto seguido de otro llanto.

Y sus tetas no daban leche. Y sus hijas no tenían vino.

Y sus manos eran como las patas de un perro que ladra pero no muerde. Llenas de andanzas. Hartas de perseguir al amo.

Que, por cierto, no se cansaba de fisurarle el bienestar, la memoria y la constancia.

Y eran penosas las estrellas desde su ventana.

Y parecía que añoraba cerrar las cortinas y salir por la cerradura de su propia puerta y golpear desde afuera para preguntar si estaba. 

Porque no estaba. Yo te juro que, en esa casa, esa mujer no estaba.

Entonces nadie, ni los mejores vecinos, podían decirle en qué momento llegaba. Porque se había dado por herida hace lejos y hace mucho. Pero nadie lo notaba.

¡Era tan puro su dolor y tan impuro!

Puro porque no lo compartía con nadie.

E impuro porque un día yo, bajando por las escaleras que subían, me asomé para mirarla y ahí nomás lo descubrí.

🖊️ Agustina Ferrand


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