invitación a la poesía

No busques en mí nada envasado. No tengo todas las respuestas pero claro que puedo ayudarte con preguntas.

Es eso lo que hace mi nombre cuando lo desarmo y lo vuelvo a armar.

Construye una “ANGUSTIA” que lastima. Y es algo por lo que, a veces, hay que pasar.

Puedo contagiarte con mi fuego o con mi risa. Que cuando son forzados o fotografiados a las apuradas pierden su encanto.

Como la poesía misma. Esquiva cuando la querés atrapar.

Una vez un chico, al que quise mucho, me dijo que “nada de lo que digamos podría usarse en nuestra contra” y fue ahí cuando empecé a confiar.

Bastó tenacidad y un amor de otro mundo por el lenguaje. Un amor que se volvía obsesión, prisa y búsqueda del ángulo indicado para marcar un gol. Y cuando lo lograba, cuando marcaba, no te imaginás lo que significaba, para mí, ver a la tribuna festejar. Era como crear una patria.

Una patria llena de micro-patrias. Unidas por el rayo láser de la tecnología. A quien yo quería destruir, por cierto. Y por eso me infiltraba en ella y la llenaba de alma.

Para que, cuando fuese el momento indicado, no seamos otra cosa que dos pares de ojos mirándose.

Eso es un poeta: un aprovechador de todo lo que observa.

Usted no tiene que hacer otra cosa que usar los ojos y la cara. Después las piernas y los brazos. Hasta que, por fin, todo su cuerpo se vea involucrado.

Acá no hay escape. La poesía será su salvación y su espanto. Sus fantasmas y sus ángeles. Su lugar donde dormir y despertarse.

¿Acepta usted la simbiosis o piensa seguir ignorándose?

🖊️ Agustina Ferrand