Quisiera
poder calmar, por cuenta propia, a mi cabeza cada vez que me cruzo con vos.
Decirle que todo va a estar bien. No importa si no sos parte de mi vida.
Amar es contemplar la flor, no arrancarla. A eso lo aprendimos juntas.
Pero
mi cabeza va, pelea y me tira. Entonces… otra vez en el piso: esperando lo
imposible. Que seas vos la que me ame. Cuando podría ser alguien
medianamente parecida a vos. No. Tachá eso. Imposible. Nadie te iguala.
Bueno,
podría empezar por no subirte el Ego, por ejemplo; pienso, cuando ya no queda
nada por pensar. Dejar de regarte cual plantita que no prende en esta tierra.
Que no le compete nada de esta tierra. Que nada la traerá, valdrá llorarlo, por
estos pagos.
¡Ah,
como si se pudiera elegir en el amor! decía Julio y daba por tierra todo
lo absurdo. Como yo ahora: en el piso.
Con
una mano ejecutando mi muerte y con la otra cuidando una vida.
¿Sabés
qué es lo pasa? Es que nosotras no sabemos amar de otra manera. Por eso nos
usan, nos manipulan y se aprovechan.
Nosotras
sangramos o bebemos hasta la última gota. Somos las primeras en llegar y las
últimas en retirarnos.
Por
eso no puedo odiarte, ni mucho menos demandarte.
Porque
vos sos mi espejito rebotón… y en vos me veo.
Me
enamoro, me fascino, me enredo. Caigo en la cuenta, bajo un cambio, me tengo
compasión… me reseteo.
Que la
vida vuelva a encontrarnos más viejas y más sabias. Y que todo el amor que
depositamos en lugares equivocados encuentre un millón de caminos correctos
para llegar hacia nosotras: el punto de partida de todos los barcos.
🖊️ Agustina Ferrand
No hay comentarios.:
Publicar un comentario